¿QUÉ CREEMOS?

La Biblia

Creemos que la Biblia es la Palabra de Dios, la cual ha sido revelada por medio del Espíritu Santo guiando y usando a diferentes hombres en diferentes épocas junto con sus estilos, personalidades y contextos sin error en sus manuscritos originales, infalible en sus propósitos de modo que los sesenta y seis libros que componen el Antiguo y Nuevo Testamento son la única norma de fe y conducta y contiene la revelación suficiente que el hombre necesita para su salvación. (1 Co. 2:7-14; 2 P. 1:20-21; Mt. 5:18; 2 Ti. 3:16; Jn. 10:35; 1 Co. 2:13; 2 Ti. 3:15-17)

Dios

Creemos qué hay un solo Dios vivo y verdadero, que es espíritu perfecto e infinito que existe en tres personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. (Dt. 6:4; Is. 45:5-7; 1 Co. 8:4; Jn. 4:24; Mt. 28:19; 2 Co. 13:14)

Dios el Padre es la primera persona de la Trinidad, Él es el creador de todo lo que existe, por lo tanto, todo le pertenece y dispone por medio de su soberanía todas las cosas de acuerdo a su propósito infalible y por medio de su gracia, desde antes de la fundación del mundo, Él escogió a todos aquellos que determinó que serían salvos por medio de la obra redentora de Jesucristo, disponiendo así todos los medios necesarios para que puedan responder en fe al

llamado de salvación. (Sal. 145:8-9; 1 Co. 8-6; Ro. 11:35; Ef. 1:4-6,11; 1 Jn. 1:12; Ro. 8:15; Ga. 4:5; He. 12:5-9

Dios el Hijo es la segunda persona de la Trinidad, Él es igual a Dios, coeterno con el Padre, de la misma substancia y posee todos los atributos divinos. Dios creó lo que existe por medio de él y todo en el universo subsiste y se sostiene por medio de su palabra poderosa. Jesucristo es Dios hecho hombre quien se humilló al hacerse semejante a los humanos pero sin pecado.

Jesús se encarna, naciendo de una virgen para tomar nuestro lugar y así vivir la vida perfecta en obediencia y sujeción a la ley de Dios que nosotros no podíamos vivir y sufrir la muerte e ira de Dios que nosotros deberíamos experimentar para que su justicia pueda ser otorgada por la fe al que cree en su obra redentora. (Jn. 1:1-4; 10:30; 14:9; Col. 1:15-17; He. 1:2; Fil. 2:5-8; Is. 7:14; Mt. 1:23-25; Ro. 3:25; 5:8-9; 2 Co. 5:21; 1 Co. 15:20-23)

Dios el Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad y posee todos los atributos divinos. Procede el Padre y del Hijo y no busca hablar por su cuenta ni busca su propia gloria sino que ha sido enviado para hablar las palabras del Padre para convencer al mundo de pecado, justicia y de juicio glorificando al Hijo.

El Espíritu Santo aplica la salvación a los elegidos por el Padre para que puedan responder en fe y obediencia al llamado de Dios y obra desde ese momento en ellos para santificarlos formando al creyente a la imagen de Cristo.

Los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por Él para escribir la revelación de Dios, que es la Biblia. Cuando una persona viene por la fe a Jesús el Espíritu Santo mora en él siendo de este modo un sello indicando que el creyente le pertenece a Dios. (Mt. 28:19; Hch. 5:3-4; 28:25-26; 1 Co. 12:4-6; 2 P. 1:20-21; Jn. 3:5-7; 16:7-9; Ro. 8:9; Ef. 1:13)

La creación

Creemos que Dios hizo todo lo que existe de la nada por medio de su Palabra de acuerdo a la narración de Génesis 1 siendo esto en un periodo de seis días literales y todo hecho muy bueno, tanto las cosas visibles como invisibles.

Dios creó además al hombre con capacidad racional, dotados de justicia y santidad según su propia imagen y semejanza con la ley escrita en sus corazones y capacitados para obedecer y sujetarse a Dios, teniendo además el mandato de gobernar la tierra y multiplicarse, sin embargo, tenía la libertad de escoger según su propia voluntad cumplir o no la ley de Dios. (Gen. 1; Col. 1:16; Ap. 4:11)

La salvación

Creemos que la salvación es un acto de la pura gracia de Dios por medio de la obra de redención en Jesucristo quien derramó su sangre para el perdón de pecados. Este acto de salvación está decretado desde antes de la fundación del mundo y no depende de obras, méritos o esfuerzos humanos, sino de la libre voluntad y decreto del Padre.

El ser humano necesita ser salvado puesto que todos sus actos son corruptos, injustos, en rebeldía a la ley perfecta y santa de Dios de modo que está alejado de la gloria de Dios por lo que el pecado le separa para siempre de la presencia de Dios y lo condena a una eternidad de tormento debido a la maldad que por su propia voluntad ha elegido.

El hombre por si solo no puede responder en obediencia ni venir a Dios reconociéndolo como su Señor y salvador, tampoco puede ni quiere sujetarse a la ley que Dios ha revelado porque

su corazón está inclinado solamente al mal, es por eso que necesita la intervención de Dios mismo quien lo llama a la salvación, es regenerado por el Espíritu Santo y solo así puede responder por la fe al evangelio arrepintiéndose de sus pecados y de ese modo es declarado justo.

La justificación es un acto único en el que hombre es declarado justo no por su propia virtud sino que la justicia de Cristo que es imputada por la fe a él y los pecados de esta persona son imputados a Cristo quien pagó por ellos en la cruz del calvario.

Una vez que Cristo es aplicado al hombre para ser salvado y justificado pasa a ser, no por voluntad humana sino Divina, parte de la familia de Dios y comienza en su vida un proceso de santificación progresiva de modo que el creyente camina cada vez mas en conformidad a la Palabra de Dios y su corazón ahora quiere obedecer y seguir los mandamientos divinos. Esto es motivo de alegría y gozo, sin embargo, su carne aun continúa deseando el pecado y se produce una lucha espiritual por no seguir más en rebeldía a Dios y querer agradarlo.

Gracias a que el Espíritu Santo mora en él y la obediencia a la Palabra es que el creyente puede vivir cada vez mas conforme a la voluntad de Dios. Y aunque toda su vida luchará contra el impacto del pecado sobre su vida, Dios le provee de todo lo necesario para que cultivar una vida de arrepentimiento del pecado y la seguridad del perdón. (Jn. 1:12; 3:3-7; 6:36-40, 44; Hch. 3:48; Ro. 6:1-22; 8:28-30, 33; 2 Co. 3:18; Ga. 5:16-25; Ef. 1:7; 2:8-10; 5:17:21; Fil. 3:12; Col. 3:16; 1 P. 1:1-2, 18-19; 2:24; Ti. 3:5; Stg. 4:8; 1 Jn. 3:5-9)

La iglesia

Creemos que la iglesia no es un lugar localizado o una denominación en particular sino todos aquellos que han creído y creerán en Jesús a través de todos los tiempos y que han sido elegidos por el por el Padre. Ellos pasan a ser el cuerpo de Cristo, su esposa y está bajo la autoridad de Jesucristo quien es la cabeza de la iglesia.

La iglesia es orgánica y está unida a Cristo para que pueda ser un modelo para este mundo de la obra de salvación del Jesús por su pueblo y el Nuevo Testamento enseña de como estos grupos de personas deben continuar reuniéndose como congregaciones locales en cada lugar del mundo para ser luz en medio de las tinieblas y anunciar el evangelio de nuestro Señor Jesucristo.

Jesús prometió edificar su iglesia y de este modo él elige personas para que puedan usar los dones que el Espíritu Santo ha proporcionado para que puedan animarse unos a otros a caminar en rectitud y obediencia a Dios. (Hch. 14:23, 27; 20:17; 1 Co. 11:18-20; 12:12-13; 2 Co. 11:2; Ga. 1:2; Ef. 1:22; 4:15; 5:23-32; Col. 1:18; Heb. 10:25; Ap. 19:7-8)

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